sábado, 15 de agosto de 2009

Sonia Sotomayor, una “latina inteligente”

DESIGNACIÓN EN LA CORTE SUPREMA DE ESTADOS UNIDOS
Sonia Sotomayor, una “latina inteligente”
Por Roberto Saba

Publicado en Revista Debate
15 de agosto de 2009




En el sistema democrático de Estados Unidos, al igual que en el de la Argentina, todos los jueces tienen la facultad de impedir la aplicación de las decisiones tomadas por el Congreso o el presidente si entienden que ellas se encuentran en contradicción con la Constitución. Este poder enorme en cabeza del Poder Judicial busca evitar que los derechos de las minorías estén a merced de la voluntad de las mayorías en el gobierno. Por otro lado, la Constitución es un texto altamente indeterminado, diseñado para soportar el paso del tiempo, por lo que es inevitable que, al aplicarlo, los jueces deban interpretarlo y, para ello, tomar decisiones que involucran juicios de valor.

Por ello, la elección de un juez no puede ser jamás una decisión políticamente aséptica. Ella requiere realizar consideraciones respecto de sus posiciones políticas y morales, y no meramente de índole técnica. La Constitución de Estados Unidos de 1787, y la de nuestro país de 1853, así lo entienden desde que todos los jueces en ambos casos deben ser propuestos por el presidente y aprobados por el Senado, donde se espera que se dé un debate profundamente político sobre los candidatos.
Un suceso que tuvo lugar en Estados Unidos en las últimas diez semanas es muestra cabal de ello. De él podemos extraer algunas ideas para la reflexión local. El Senado de ese país acaba de aprobar la designación de Sonia Sotomayor como la jueza número 111 de la Corte Suprema de Estados Unidos, propuesta por el presidente Barack Obama para cubrir la vacante producida por la renuncia del juez David Souter.

Sotomayor es de ascendencia hispana, se recibió de abogada en la Universidad de Yale y fue magistrada por 17 años en la ciudad de Nueva York. La jueza se enfrentó en el mes de julio durante cuatro días completos a las preguntas formuladas públicamente por el Comité de Justicia del Senado -compuesto por doce demócratas y siete republicanos- encargado de aprobar su nominación al pleno de la Cámara. Todos los medios del país cubrieron en profundidad los debates.

El mundo entero pudo seguir esas discusiones por Internet. Los senadores escrutaron al detalle las ideas de la candidata sobre cómo debería interpretarse la Constitución y qué valor debe darse a los precedentes. Los medios interpelaban a sus lectores: ¿son los jueces meros árbitros de un juego en el que se aplican las reglas de la Constitución, o deben ser ellos “activistas” en el sentido de decidir los casos que les someten de acuerdo con el valor justicia? ¿Es factible hacer esta distinción? ¿Es posible aplicar la ley sin comprometer valoraciones del que la aplica?




El debate se tensó a raíz de una afirmación que la jueza había realizado en 2001, cuando dijo públicamente que ella pensaba, en referencia a la situación de algunas minorías, que una “latina inteligente” podía llegar a mejores conclusiones que un hombre blanco que no había vivido las experiencias que seguramente tuvo la primera. Esta afirmación generó la excusa para la oposición de sectores conservadores que sostuvieron que no sería una jueza imparcial. Un senador republicano sostuvo que la afirmación de la nominada implicaba que ella creía que un juez hombre decide de un modo diferente a como lo hace una jueza mujer, y eso, afirmó, es “filosóficamente incompatible con el sistema de justicia de Estados Unidos”. Sotomayor dijo haber cometido un error al hacer su comentario, lo que le valió algunas críticas desde la izquierda.

Sin embargo, este arrepentimiento sumado a su aparente desacuerdo con la afirmación del presidente Obama de que un juez necesita tener empatía por aquéllos que se presentan ante la Corte, le ganaron algunos votos republicanos en el Senado.
Participaron de la audiencia pública, además de los miembros de la Comisión, 31 testigos que dieron su opinión sobre la candidata, tanto a favor como en contra. Finalmente, la Comisión del Senado aprobó su nominación a finales de julio y, la primera semana de agosto, el pleno de esa Cámara la confirmó en el cargo con el voto positivo de 68 senadores (todos los demócratas votaron por ella y 31 de los 40 republicanos votaron en su contra). Sotomayor se convirtió así en la tercera jueza mujer de la Corte Suprema de Estados Unidos y la primera de ascendencia hispana en la historia del Tribunal.

La legitimidad, la credibilidad y la independencia de la Corte Suprema y del Poder Judicial en general se logran, en parte, a partir del modo en que designan sus miembros. Debates robustos como el descripto son imprescindibles para reconstruir una magistratura en la que podamos confiar, por eso es preciso crear las condiciones institucionales para que ellos tengan lugar.

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